Articulo publicado el 24/05/11

Este artículo se ha publicado en la revista de Semana Santa de Cuenca La Clariná, que trata de Modesto Quilis, escultor con obra en nuestra imagineria. 

Autor: J. J. Domínguez

   Los teóricos de la Historia del Arte se dividen entre los que sostienen que la biografía de un artista se vuelca en su obra y los que defienden que creación y vida pueden tener caminos totalmente diferentes y que una no tiene por qué influir en la otra. Los partidarios de la primera tesis encontrarían un argumento a su favor en Modesto Quilis Castillo (1870-1928), el escultor valenciano en cuyo taller comenzó a aprender el oficio Luis Marco Pérez (1896-1983), el imaginero que más obras aporta a la Semana Santa de Cuenca. 

    Cuando el de Fuentelespino de Moya contaba con doce años, su familia se trasladó a Vivir a Valencia. La tierra de Ribalta y Ribera era también por aquellos inicios del siglo XX una de las grandes capitales europeas del arte. Un hervidero de creatividad y talento. Su ilustre hijo Joaquín Sorolla se consagraba exponiendo en Nueva York mientras que un joven Mariano Benlliure daba forma a algunas de sus más famosas esculturas. 

   Marco Pérez entró en el obrador de Quilis siguiendo la tradición gremial española del aprendiz que se inicia desde las tareas más básicas y va escalando en responsabilidades y grados progresivamente. Hasta entonces su experiencia se reducía a pequeños ensayos autodidactas: con su talento natural había elaborado pequeños pasos infantiles para sus amigos de su puebloserrano.                       

   El taller en el que se inició era por aquel entonces uno de los más célebres y prolíficos de la capital del Túria. Eran numerosos los encargos que llegaban. Principalmente de las iglesias y conventos valencianos pero también de otras zonas del país como Aragón, Galicia y Castilla. Para sacar el trabajo adelante el 'maestro' se servía de la ayuda de sus empleados y discípulos. Uno de ellos que también alcanzó notable fama fue PíoMollar. Consiguió varias medallas en exposiciones internacionales y a él se deben pasos como la venerada 'Virgen del Rocío' de Málaga o 'El Prendimiento' burgalés. También hizo una Virgen de los Pastores para la localidad conquense de Villarejo de Fuentes. 

   En 1908 Quilis ya se había labrado un nombre y un prestigio. Su biografía artística guarda muchos paralelismos con la Marco Pérez. También se inició como aprendiz en un taller, en este caso en el de los hermanos Modesto y Damián Pastor. Un taller dedicado principalmente a la confección de cabezas para imágenes religiosas y que acreditó un estilo severamente neoclásico. Como años después iba a hacer su discípulo conquense, Quilis también viajó en su juventud hasta Italia para impregnarse del genio de los renacentistas y del arte romano y griego. 

   Tras la presentación de sus primeras obras (como una Virgen de Gracia) es incluido en el selectivo 'Diccionario de Artistas Valencianos', en el que se le califica como “joven escultor de muchas esperanzas”. Esperanzas que se verían luego plasmadas en un buen número de obras como las imágenes de la Purísima y San Ildefonso que le encargó el cardenal Guidasola para sus palacios en Madrid y Toledo; la talla del Corazón de María para la iglesia de Játiva o una Santa Beatriz de Silva de la localidad canaria de Guarachico. Algunas de sus creaciones no escaparon de la orgía iconoclasta que se produjo durante la Guerra Civil en la zona bajo administración republicanas. Fue lo que ocurrió con el admirado Ángel Custodio del Convento de San Cristóbal de Valencia, que pereció entre las llamas.  

   Su producción semanasantera se concentra principalmente en la localidad oscense de Jaca, para la que talló varios grupos interesantes la Última Cena (1909), El Descendimiento (1913), La Entrada de Jesús en Jerusalén y la Oración en el Huerto ambos en 1914. En 1930, dos años después de su fallecimiento, su taller entregaría “La Verónica”. Para la Semana Santa de Viveiro (Lugo) realizó el paso de María al Pie de la Cruz. Quilis fue también profesor de la Escuela de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, prestigioso centro del que fueron alumnos el propio Luis Marco Pérez, José Capuz y Octavio Vicent. También se implicó en las grandes iniciativas culturales de su época: formo parte del grupo que puso en marcha el todavía activo Círculo de Bellas Artes valenciano e integró alguna de sus primeras directivas. 

   Una personalidad notable y puntera de la escultura religiosa de su época de la que el autor de 'La Soledad del Puente' o el 'Cristillo de las Misericordias' tomaría sus primeras referencias para configurar su propio estilo. Un estilo heredero de la tradición pero muy personal en el que, tal como ha afirmado el profesor Pedro Miguel Íbañez, se conjuntan en armonía la estética castellana y la levantina._