Pregón 1995 Imprimir

  
La Semana Santa vivariense , apoteosis de devoción popular y teatralidad barroca  
  
Mª Sonia Vispo Seoane  
 

 

Y a lo largo de la Semana Santa vivariense se suceden variedad de  pasos  procesionales e imágenes de devoción que recuerdan año tras año los valores religioso-artísticos fruto de la tradición de muchos años que los vivarienses consiguen mantener conscientes del patrimonio que representan y fruto también de la gran devoción popular de la que disfruta.

   

Cabe destacar que la celebración de la Semana Santa o lo que es la costumbre de llevar en procesión por las calles de pueblos y ciudades las imágenes de devoción, tiene su marco histórico en el contexto del arte Barroco, que acoge el nacimiento de los pa­sos procesionales especialmente creados para sacar a la calle, al igual que las figuras articuladas e imágenes de vestir, también es cierto que en nuestras procesiones y en otras de  España se exhiben  algunas imágenes anteriores a la cronología del arte Barroco, pero son minoría puesto que estas prácticas religioso-didácticas, nacidas con este fin, necesitan de una imaginería conmovedora, que excite piedad y devo­ción en los fieles, creando figuras para procesiones con fin teatral y didáctico, ayudando a este fin numerosos elementos como son: el realismo, los escorzos, los vuelos de ropajes, efectos pletórico-coloristas, dramatismo, misticismo, elementos accesorios como cabellos, lágrimas y ojos, en general se tiende a una exaltación de lo sensorial.

 


 
   
No hay que olvidar, y esto es determinante, que en el marco histórico del Barroco (siglos XVII-XVIII) el arte era patrocinado por monasterios, parroquias y cofradías que impulsaron los pasos procesionales, a su vez estos patrocina­dores acataban las normas del Concilio deTrento (1545-1563), que impulsaba únicamente el arte religioso dedicando una sesión entera en dicho Concilio, con­cretamente la sesión 25 celebrada en Diciembre de 1563, decretando normas para incitar la devoción religiosa-cristiana defendiendo el culto a las ¡mágnes, ordenando suprimir los abusos que hayan podido infiltrarse, tales como imágenes que constituyan ocasión de errores teológicos o motivo de superstición o provocativa belleza, y ordenando que se retiren aquellas imágenes "insólitas" que no hayan sido revisadas por los prelados. Incluso Trento prohibió las imágenes de vestir, costumbre que no era exclusiva pero si particularmente frecuente en España, pues fueron los obispos españoles los que llevaron a Trento el postulado "Non induantur imagines vestibus". El místico San Juan de la Cruz criticó severamente y denominó de abominable la costumbre de vestir las imágentes. Cabe decir que el instinto sensualista que, por la castidad tradicional del arte español, veía cerrado el camino en la línea de la exhibición de la carn^ desnuda, se abría paso hacia la vanidad del adorno y la profanidad de los atavíos; insistiendo San Juan de la Cruz en la netesidad de servirse de pocas imágenes, no deleitándose en sus atavíos (recogido en la obra "Subida al monte Carmelo" de San Juani de la Cruz). La mística de la época, Santa Teresa de Jesús, compadecía a los herejes y destructores de imágenes que no ven en éstas la sublime incitación al fervor religioso. En ésta época se suceden numerosas cononizaciones, la mayoría de místicos, promocionado esto tras el Concilio de Trento reflejándose su influjo en el Arte, siendo numerosas las representaciones de santos en éxtasis.
 

 

Consecuencia de las resoluciones conciliares comenzó un movimiento depurador y se produjo una reacción a veces excesiva, abandonándose temas y tradiciones antiguas, incluso hubo un conflicto entre Iglesia y Pueblo por prohibir la representación de imágenes com|o la del San Juan y el Niño Jeús jugando. Se presionó también a los artistas forzando su libertad expresiva en aras) de realizar un arte exclusivamente dedicado a excitar piedad. No hay que olvidar tampoco la conexión del arte Barraco con la Contrarreforma, aunque la identificación de ambos términos ha sido y sigue siendo objeto de viva polémica pues la reforma católica no coincide cronológicamente con el Barroco; pero este arte de la contrarreforma unido a los decretos de Trento se unen para oponerse al aspecto puramente pagano que había tomado antes de estas fechas el arte religioso. La Contrarreforma, al demostrar e imponer con la mayor energía una voluntad de forma -cuestión para la que el protestantismo carecía a la vez de vocación y de capacidad- y al apoyarse en un mundo de formas universal y clásico, atrajo a ella a los capitales representantes de las tendencias de estilo inmanentes a la época, y este estilo, por su parte, se puso inmediatamente al servicio de la simbolización de este mundo de ideas, que no es otro que la religión católica.

 

 

Hay que recordar que en la España de Felipe II y Felipe III cuando las ideas emanadas del Concilio de Trento fueran asimialdas e interpretadas por artistas egregios y cuando estos son capaces de escapar a la tiranía académica, se crean una serie de obras dotadas de poderosa originalidad, provistas de grandiosa expresividad y dotadas de un vigoroso poder evocador y sugestivo desde el punto de vista espiritual. Nuestros artistas de los siglos XVI y XVII enriquecieron el arte cristiano con acentos desconocidos hasta entonces y con ello alcanzó su poder expresivo un grado de incitación como jamas había conseguido. Pero será en los siglos XVII y XVIII con el Barroco, cuando el arte religioso tome un aspecto más aris­tocrático y teatral, decorándose todas las iglesias con retablos que serían telones de fondo para albergar a gran número de imágenes exentas! que servirían para los Pasos procesionales todo ello tratado con gran lujo y suntuosidad, empezando a introducirse temas mitológicos, profusión de mármoles y columnas, dorados y estofados y los mas complicados elemen­tos de sustentación carentes de todo valor arquitectónico corno frontones curvos y partidos todo elle trantado con profusa decoración de guirnaldas y follaje. El ¡lusionismo fue la fuerza impulsiva para representar al espectador las imágenes religiosas de acuerpo con el impulso dado y por voluntaria identificación como algo capaz de ser revivido y experimentado en un instante. Al dedicarse la escultura y la pintura a tratar lo: temas religiosos desde el punto de vista de su capacidad de sugestión ilusion y milagros, visiones y glorias el mayor grado posible de verosimilitud con el género de recursos representativos utilizados dentro de las condiciones que tales fenómenos requieren.

 

 

En este ambiente se crearán los Pasos procesionales por excelencia, de la mano de ¡lustres imagineros como Gregorio Fernández, Montañés y Juan de Mesa (pertenecientes al primer Barroco del siglo XVII de carácter más autóctono, distinguiéndose varias escuelas, Castellana y Andaluza), el primero de ellos nació en Lugo y desarrolló su labor en Castilla creando numerosos Pasos procesionales y un estilo a seguir. En el siglo XVIII destaca Francisco Salzillo creador de numerosos Pasos procesiona­les y fundador-director en 1769 de la Academia de Murcia.

 

En general estos artistas eliminan los estilos individuales buscando el efecto fantástico y decorativo, creando santos en apoteosis y arrebato triunfal con ele­gancia de figura y vestimenta tal es el estilo de Gregorio Fernández, siendo el distintivo dej carácter nacional el realismo, que en casos llegan al expresio-nimo, como ejemplo de esto tenemos en Viveiro durante la jornada de Viernes Santo dos magníficas representaciones, el Santo Encuentro y el popularmente denominado Desenclavo, ambas repre­sentaciones subliman la teatralidad del Barroco llegando al expresionismo. El espíritu de religiosidad en estas escul­turas está patente representando escenas del Martirio y de la Pasión, teniendo siempre en cuenta el movimiento natu­ralista y las composiciones diagonales y asimétricas, con un afán de instantanei-zar las escenas.

 

En las procesiones de Semana Santa de toda España se utiliza una ¡nconogra-fia similar siendo el tema dé la Pasión el principal con numerosas representa­ciones de flagelados, Cristos caídos, Crucificados y Cristos yacentes, también habrá una iconografía especial para las Vírgenes como las Dolorosas, Inma­culadas y Santos, en especial San Juan casi siempre represenado con el Niño Jesús.

 

Como resumen, es decir que en Viveiro tenemos la suerte de tener magnificas representaciones de este Arte, como Dolorosas, Cristos yacentes, etc. comoimágenes propias del Barroco, otras imágenes posteriores en cronología siguen los mismos postulados y fines, puesto que los postulados del Barroco perduran durante el siglo XIX conviviendo con el estilo Neoclásico hasta mitad de siglo

 

Es importante nombrar a los imagineros que realizaron nuestros Pasos procesio­nales, (siguiendo a Juan Donapetry) alguno de origen local como Juan Sarmiento ve­cino de San Ciprían, creador de San Juan Evangelista y la Verónica, ambas imágenes de movimiento que datan de 1774 y posteriormente en 1807 creó las imágenes de la Santa Cena; el imaginero valenciano José Tena, creador de Jesús atado a la columna o Paso de la Fragelación y el Santísimo Cristo yacente; del también valenciano Modesto QuMes tenemos la Dolorosa al pie de la Cruz, y las imágenes de María Magdalena y San Juan perte­necientes al taller del valenciano Tena; más jóvenes y recientes son los Pasos del San­tísimo Cristo de la Piedad, el Prendimiento y el Paso de la Borriqurta del imaginero compostelano José Rivas.

 

En mi opinión todas estas obras constituyen el culmen de la plasmación de los ideales del arte Barroco especialmente durante la jornada del Viernes Santo, que gracias al impulso y trabajo de con­servación de las cofradías, desde los tiem­pos en que se iniciaron estas prácticas, y siempre con el precedente de los Padres Franciscanos y Dominicos han conseguido que el patrimonio tan querido de nuestra pequeña ciudad, pase a ser reconocido como de interés cultural nacional.